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Se acercan fechas de gran consumo, y muchas personas ya están preparando sus carteras. La celebración de Navidad y el Black Friday, entre otras festividades son dos de los días clave en que la gente da rienda suelta a sus compras. Se trata de un período de exceso, pero hay que estar alerta para no caer en una actitud de comprador compulsivo.
Durante las últimas semanas de noviembre y el mes de diciembre es costumbre hacer las compras de Navidad y regalos a las personas más queridas. Se trata de unos días en que los comercios ofrecen grandes descuentos en sus productos, lo que llama la atención e invita a gastar más dinero. Motivadas por el entorno y la atmósfera que se respira, hay muchas personas que pueden perder el control, hecho conocido como comprador compulsivo. Otras, en cambio, solo se exceden porque es el período del año en que pueden gastar más, y a la vez, ahorrar más dinero. En cualquier caso, hay que mantener siempre una actitud responsable.
Un comprador compulsivo acostumbra a perder la noción de la cantidad sus adquisiciones, llegando a acumular grandes gastos. Consciente o inconscientemente, con ello consigue poner en riesgo tanto su familia como su trabajo, empezando por la economía familiar. Este hecho se ve inducido debido a que cuando compra, siente una sensación de placer parecida a una droga. Como cualquier otra adicción, sus ansias de comprar crecen sin parar hasta que se queda sin dinero o está satisfecho/a.
El comprador compulsivo durante su actividad puede llegar a experimentar una excitación similar al acto sexual, la adicción al juego o cualquier otra dependencia. No importa si sus compras son útiles o no, simplemente se trata de un acto reiterado, incontrolable y por puro placer. El hecho de padecer este problema aún no se considera enteramente una enfermedad, ya que se trata de una actividad socialmente aceptada. Normalmente se asocia al concepto de compras excesivas condicionadas a la personalidad. Sin embargo, se trata de un padecimiento tan grave como cualquier otra dependencia.
Para empezar a tratar a un comprado compulsivo, primero se debe entender su trastorno en todos sus matices. Conociendo el entorno, las variables que afectan a su comportamiento y todo lo que le lleva a consumir sin parar. Al tratarse de una conducta adictiva, no existe un tratamiento farmacológico que pueda curar su dependencia. Sin embargo, son útiles los inhibidores de la conducta. Estos productos limitan la secreción de la serotonina, una sustancia asociada al placer. Con ello, se puede reducir la excitación que la persona siente al comprar compulsivamente.
El tratamiento habitual y más recomendable para un comprador compulsivo es la terapia conductual. A través de varias sesiones, el adicto puede llegar a desprenderse de los malos hábitos y crear otros nuevos que resulten positivos para su día a día. Este procedimiento se realiza mediante un esquema cognitivo. Deben cambiarse o transformarse todas aquellas ideas asociadas a las compras, el placer al realizarlas, etc. De este modo, su forma de procesar la información variará y no estará tan predispuesto a caer en la tentación.