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La cocaína es una de las drogas más destructivas del ser humano y sin embargo sigue siendo una de las menos temidas. Seguramente sea porque su dependencia pasa inadvertida: se asocia a los momentos lúdicos y festivos, no exige una toma diaria y es fácil de conseguir.
Como leemos en El Periódico, una reciente estadística realizada en Cataluña revela que un 4,4% de la población catalana consume cocaína y que esta proporción va en aumento. La capacidad destructiva de la cocaína se resume en sus consecuencias más demoledoras:
Factores ambientales en la dependencia de la cocaína
Los investigadores de la dependencia de la cocaína apuntan que hay factores ambientales muy importantes que condicionan la adicción. En determinados lugares, ambientes, contextos vuelves a necesitar la droga. Por este motivo el doctor Rafael de la Torre, del Instituto de Neurociencias del Hospital del Mar, reconoce que para acabar con la adicción es preciso modificar hábitos sociales y evitar ciertos lugares o amistades. En muchos casos la conveniencia de los centros de ingreso está fuera de toda discusión.
Cuando se empieza a tomar cocaína, por mucho que la persona aumente la frecuencia de su consumo es complicado que tenga consciencia de su dependencia. A menudo se empieza a percibir la adicción a este alcaloide cuando la persona sufre un intenso cansancio, sueño y hambre, que pueden dar paso a sufrir los efectos más adversos de su consumo:
Ayuda para dejar la cocaína
Tras el alcohol, la dependencia de la coca es el segundo motivo de demanda de tratamiento para dejar una droga que atienden los hospitales catalanes, por encima de la heroína y el cannabis (atención porqué los afectados por el consumo de marihuana se acerca a las cifras de la «coca»).
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